—¿Te gusta
la tarta de chocolate? La he hecho yo —sonríe y me ofrece la bandeja.
—La verdad
es que sí, me gusta, pero ahora mismo no tengo hambre —mi estómago todavía está
pegado. Lo que le ha ocurrido a mi casa me da igual, pero el susto tan grande
que me ha dado mi hermana me acompañará el resto de mi vida.
—Oh, vamos,
tienes que probarla al menos —toma con sus dedos uno de los trozos y lo acerca
a mi boca.
—No, de
verdad, Laura —giro la cabeza, pero no deja de insistir—. ¡Para! —ríe y
forcejeamos. No hago demasiada fuerza por miedo a hacerle daño y acaba subida a
horcajadas sobre mí. En uno de sus movimientos, prácticamente estrella el trozo
contra mi cara—. ¡Mira cómo me has puesto! —agarro sus muñecas para que pare.
Hay varias migajas esparcidas por mi ropa—. Ahora tendrás que limpiarme —comienzo
a sentir el calor de sus piernas desnudas sobre las mías, y me pongo nervioso.
—Si no me
sueltas no podré hacerlo —levanta una de sus cejas. Todavía tiene parte de la
tarta entre sus dedos. No me fío de ella. Sé que, si la dejo libre, volverá a
hacer lo mismo.
—No caeré en
tu trampa —el calor cada vez es más intenso y comienzo a sentir presión en mi
zona inguinal. Está preciosa sobre mí. Varios de sus mechones rubios le caen
por la cara, creando una imagen realmente erótica.
—Tienes un
trozo ahí —intenta señalar con sus dedos, pero presiono más fuerte sus muñecas.
—No voy a
dejarte libre... —río.
—Te lo digo
en serio —carcajea—. Tienes un trozo grande cerca de tu boca —saco la lengua y
la paso por mis labios. Niega con su cabeza—. Más a la derecha —hago lo que me
dice, pero no doy con él—. ¡Me estás poniendo nerviosa! —vuelve a reír. Se
inclina hacia adelante y siento su húmeda lengua pasar muy cerca de mi boca. Mi
piel se eriza—. No pienso desperdiciarla. Es demasiado laboriosa —vuelve a
pasar su lengua por mi cara y tengo que cerrar los ojos para controlarme. Ese
gesto ha despertado demasiadas sensaciones en mí—. Creo que he descubierto un
ingrediente secreto —dice mientras la saborea—. Sobre ti está mucho más rica —vuelve
una tercera vez y no puedo aguantarlo más. Suelto sus muñecas y atrapo
rápidamente su cara, tomándola por sorpresa. Me lanzo sobre su boca y comienzo
a succionar lentamente sus labios. Sabe a chocolate y me gusta más de lo que
podría imaginar. Profundizo en mi beso y cuando alcanzo su lengua, gimo. Rodeo
su cintura y la presiono contra mi entrepierna. Sentirla tan expuesta me vuelve
loco, y por su respiración puedo deducir que a ella también.
Busco algún
tipo de fuerza interior que me ayude a detenerme para no sentirme mal después,
pero soy incapaz. En cuanto Laura rodea mi cuello con sus brazos dejo de
luchar. Acaba de transportarme a ese lugar en el que mi dolor desaparece y del
que no quiero volver. Otra vez a su merced. Otra vez rendido a sus encantos. Pero
no me importa lo más mínimo. Necesito todo de ella en este momento. Como si
oyera mis pensamientos y quisiera torturarme, se aparta de mí y me siento
vacío. Veo una idea cruzar su mirada, y en un acto reflejo consigo sujetar su
mano cuando está a punto de llegar a mi cara.
—¡Sabía que
no podía fiarme de ti! —río. Acerco su mano manchada de chocolate lentamente
hasta mi boca y paso mi lengua entre sus dedos sin dejar de mirarla. Siento su
cuerpo relajarse, y me gusta. Introduzco su pulgar en mi boca y un suspiro sale
de la suya. Sé que está disfrutando tanto como yo. Cuando no queda nada, marco
un camino de besos por su brazo. El aroma de su piel me vuelve loco. Cuando
llego a su cuello lo muerdo, despacio.
—Álex —susurra.
Abro los ojos y veo cómo atrapa su labio entre los dientes. Tiro de su
camiseta, necesito quitársela. Me mira por un segundo, indecisa.
—Tranquila —sé
que le preocupa su cicatriz—. Tendré cuidado —me ayuda y queda en ropa interior
sobre mí. Mi pantalón comienza a apretar demasiado. Trago saliva mientras observo
cómo desabrocha su sostén. No quiero intervenir, necesito que lo haga sola, así
estaré seguro de que se siente cómoda. La prenda cae sobre mis abdominales
dejando al descubierto sus hermosos pechos—. Eres perfecta, Laura —sonríe
tímidamente—. Paso las yemas de los dedos por su suave piel. Apenas se aprecia
la cicatriz. Mis sentimientos se acentúan. Pongo una de mis manos sobre su nuca
y tiro de ella hasta que nuestras frentes quedan juntas—. No sé cuánto tiempo
durará esto que dices que sientes... —trago saliva y miro sus grandes ojos
verdes. Necesito que sepa lo que voy a decirle—. Quizás pronto conozcas a otra
persona y te olvides de mí —acaricio su mejilla—. Pero ya no puedo esconder más
lo que siento. Llevo meses luchando contra corriente y estoy agotado. Estás
cambiando mi vida. Desde que te conocí la has puesto patas arriba —sonríe—. Es
posible que nunca llegues a comprender lo difícil que es decir esto para mí...
—Álex... —no
dejo que hable. No puedo esperar más, necesito besarla. Sus labios calman mi
dolor y después de lo que acabo de admitir lo necesito. Enredo su cabello en mi
mano y la aprieto junto a mí. Cuanto más cerca la siento, más me calmo. Noto cómo
sus manos tiran de mi camiseta y la sacan por mi cabeza. Su pecho queda pegado
al mío. Piel sobre piel. Mis manos acarician su espalda desnuda y mi boca
quiere saborearla. Todo mi cuerpo arde por ella. La necesito. Sus finos dedos
desabrochan mi pantalón y siento un gran alivio. Mi sangre corre libre por fin.
Con habilidad tira de ellos junto a mi bóxer y acaban con la camiseta. Laura
sigue sobre mí, lo único que nos separa es un pequeño trozo de tela negro. Mi
paciencia comienza a fallar y de un pequeño tirón consigo romperlo. Gime y mis
manos acarician sus piernas, sus caderas, su cintura... Se mueve despacio sobre
mí, provocándome. Sabe que juega con fuego, pero no le importa. Quiere llevarme
al límite. Pasa su lengua y sus labios por mis hombros y muerde mi cuello. Me
duele, pero me excita. Muevo mis caderas debajo de ella, buscándola, pero no me
deja hacer lo que quiero. Gruño, y parece gustarle. Cuando me tiene donde
quiere y sin dejar de besarme, acopla nuestros cuerpos con su mano y se deja
caer lentamente sobre mí mientras cierra sus ojos. Mi respiración se corta
mientras nos adaptamos. Laura se arquea y la rodeo con mis brazos. Siento que
muero debajo de ella. Me ha llevado tan al borde que temo no dar la talla ni
aguantar lo suficiente.
—Espera un
poco... —trato de ganar tiempo. Besa mi mandíbula sin darme opciones y comienza
a moverse lentamente—. Laura —me pierdo en su baile y soy incapaz de hablar.
Sujeto sus glúteos fuertemente y me mezo a su ritmo. Cada uno de sus gemidos se
convierte en suplicio para mí. Está totalmente entregada. Lucho para que no me
arrastre con ella. Clava sus dedos en mi espalda sudorosa mientras aumenta el
ritmo—. Dios, Laura —consigo decir de nuevo. La abrazo fuertemente y noto cómo
se tensa. Está cerca—. Vamos, preciosa —gimo. Su respiración se acelera y
pierde el ritmo. Tomo las riendas, la sujeto con fuerza, y cuando su clímax
llega se contrae tan fuerte sobre mí que me pierdo con ella.
Nos quedamos
en silencio y abrazados durante varios minutos. Mi cerebro, como de costumbre,
busca imágenes para hacerme sentir culpable, pero de nuevo consigo
controlarlas. No quiero que nada estropee este momento. Laura comienza a
temblar. Tiene la piel fría y está empezando a quedarse dormida. Me pongo en
pie con ella encima.
—Puedo andar
—habla con su cara escondida en mi cuello.
—Yo también —respondo
y continúo con ella hasta la cama. Cuando la dejo caer sobre el colchón me
quedo mirando al vacío. Dormir con ella me parece un gesto demasiado comprometido
todavía. Cedí el día anterior porque se encontraba mal emocionalmente, pero
esta vez es distinto—. Voy a ducharme —intento ganar tiempo. Con suerte, cuando
termine estará ya soñando.
—No tardes
—dice perezosamente mientras bosteza. Está cansada.
—Duerme —beso
su mejilla y estiro la colcha sobre su cuerpo.
Alargo la
ducha todo lo que puedo, me visto y salgo sin hacer ruido. Me acomodo en el
sillón y busco algo de música en mi teléfono, pero nada llama mi atención.
Apoyo mi cabeza en el respaldo y me relajo. Un ruido me despierta. Me levanto
rápidamente.
—¡No! —Laura
grita. Corro hasta la habitación, y cuando entro la encuentro sentada sobre la
cama con la mano sobre su pecho.
—¿Qué
ocurre? —pregunto, sofocado.
—Una jodida
pesadilla. Llevo días soñando lo mismo —suspira—. Creo que me estoy
obsesionando.
—¿Qué has
soñado? —me acerco a ella y me siento sobre la cama.
—Sueño que
mi pecho se vuelve de color negro y se llena de heridas —mira a algún punto,
recordando.
—Es normal
soñar ese tipo de cosas cuando se pasa por algo como lo que estás pasando tú —acaricio
su cara y me mira fijamente.
—Álex... ¿Tú
seguirías fijándote en mí si me faltara un pecho? —pestañeo. No esperaba esa
pregunta.
—Para mí no
eres solo un pecho, Laura. Por supuesto que seguiría fijándome en ti. Si a
alguien llegara a importarle eso, deberías apartarle de tu vida.
—Gracias —me
abraza—. Necesitaba tanto oír eso...
—Ahora sigue
durmiendo —dejo un rápido beso sobre sus labios y cuando voy a ponerme en pie
tira de mí.
—¿Adónde
vas? Es tarde.
—Yo... —me
inquieto—. Dormirás mejor sola, la cama no es muy grande.
—No digas
bobadas, cabemos perfectamente los dos —se hace a un lado—. Lo que no cabe es
esa ropa que has vuelto a ponerte. Deberías quitártela —levanta una ceja y ríe
pícaramente.
—Eres
imposible —niego con la cabeza. Me desnudo y entro en la cama con ella.
—¿Puedo
abusar de ti? —dice mientras se acurruca en mi pecho.
—Ya lo has
hecho —río—. Prácticamente me has violado en el sillón.
—¿Puedo
repetirlo?
—Si pides
permiso no sería una violación —río de nuevo.
—Tienes
razón —sin que me lo espere, salta de la cama y se sube encima de mí.
—Laura, es
tarde y tenemos que descansar —protesto.
—Calla,
tonto. Si te resistes será peor... —se inclina hacia delante y muerde mi pezón.
—¡¡LAURAAAAAA!!
__________
Sigue la página de El Tormento de Alex aquí https://www.facebook.com/eltormentodealex/